jueves, 5 de diciembre de 2019

¡¡YA TENEMOS GANADORES!!



Ya tenemos los relatos ganadores del Concurso de Relatos de Terror y Misterio que celebramos en nuestra Biblioteca.

Muchísimas gracias a todos por vuestra participación, que ha sido muy numerosa, y ... ¡¡enhorabuena a Laia Méndez Martínez de 1º ESO-A, y a César Márquez Ballesteros de 4º ESO-A!! 


Imagen tomada de pixabay.com



Estos han sido los relatos ganadores:

Título: Y si...
Presentado bajo el pseudónimo: Hada
Autora: Laia Méndez Martínez, 1º ESO-A


"¿Y si de verdad existiese un mundo paralelo donde todos los que lo habitan son espíritus? ¿Y si los días van pasando y en otro mundo, igual a este, el pasado se ha quedado parado y las almas de nuestros antepasados siguen viviendo por siglos?


Hola, soy Carol y os voy a contar lo que me sucedió en Halloween. Mi historia de remonta a unas semanas atrás.

Andaba yo vagando por mi casa, en Madrid, una enorme mansión con muchas habitaciones exóticas, pasillos llenos de espejos y un par de descuidados jardines con plantas gigantescas, cuando encontré una sala muy grande con espejos como de otro siglo. Los espejos estaban cubiertos de polvo y telarañas, parecían llamarme con voces extrañas.

De pronto, alguien tocó mi espalda, me giré rápidamente, pero allí no había nadie, estaba sola en aquella habitación. Volvieron a tocar mi espalda, pero esta vez fui más rápida y di bruces con un chico pálido y de aspecto poco saludable, alto y delgado, tendría unos quince años.

Grité a la vez que daba un paso atrás, con tan mala suerte que caí. El chico desconocido me dio la mano para ayudarme, me levanté y le di las gracias. Por primera vez me fijé en él, se parecía a alguien, pero no sabía a quién.

Entonces, escuché la voz de mi madre llamándome, lo que rompió el encanto del momento. El chico había desaparecido.

Me sacudí el polvo y corrí al comedor principal, pues era la hora de comer. Durante las comidas nadie suele hablar, pero ese día rompí el silencio para contarles a mis padres lo sucedido. Me preguntaron si me encontraba bien, y yo les contesté que mejor que nunca. La comida continuó en silencio. Yo miraba fijamente a mis padres y, de repente, ¡eureka!, ya sabía a quién se parecía el chico. Se parecía a mi padre. Los dos tenían las mismas facciones definidas, el mismo pelo negro alborotado y los mismos ojos verdes.

Volví a la habitación cada día de aquella semana, mas allí no encontraba a nadie, tenía muchas dudas: ¿por qué el chico no hablaba?, ¿quién podría ser?, ¿por qué se parecía tanto a mi padre?

El treinta y uno de octubre, cuando había pasado una semana desde el encuentro con el chico misterioso, volví a la habitación. Estaba más oscura y silenciosa que nunca, tan sumida estaba en mis pensamientos que me sobresalté cuando alguien tocó mi espalda. Era de nuevo el chico misterioso, más pálido y delgado que la última vez.

No perdí un segundo y comencé a hacerle preguntas. El chico, apabullado, me dijo:

- Más despacio, por favor -y sonrió. Su voz sonaba dulce, como la de mi padre.
- ¿Quién eres? -pregunté.
- Ummm... es difícil de explicar... ¿Realmente lo quieres saber?
- ¡Claro! -respondí, estaba ansiosa por saber quién era.
- Soy uno de tus tíos.
- Pero... eres muy joven -estaba perpleja, eso sí que no me lo esperaba.
- Sí, porque estoy muerto, soy el hermano menor de tu padre. Supongo que él no te habrá contado nada, porque todos quieren olvidar el pasado.
- ¿Me puedes contar más? ¿Por qué estás muerto? ¿Por qué no me han hablado de ti?
- Escucha atentamente. Mi muerte sucedió cuando tenía catorce años. Tu padre y yo estábamos recogiendo heno cerca de aquí. Cuando, ya de noche, volvimos a casa, caí del carro en el que transportábamos el heno, y, sin darse cuenta, otro carro pasó por encima de mí. Entonces, el conductor gritó y tu padre, que conducía nuestro carro, frenó y bajó del carro. Al verme muerto, tirado en el camino, corrió a abrazarme. Pasó años llorando, sintiéndose culpable. Ahora sigue intentando curar esa herida, por eso no te ha contado nada.
- ¿Te has aparecido para contarme todo esto?
- Sí, creí que debías saberlo.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Claro -me respondió.
- ¿Eres real o solo son imaginaciones mías?
- Todo esto es verdad, pero solo está ocurriendo dentro de ti. Solo tú puedes verme, pues provengo de tu memoria celular, heredada de tu padre, quien vivió este triste suceso."


Título: El paraíso
Presentado bajo el pseudónimo: Camamuri
Autor: César Márquez Ballesteros, 4º ESO-A




"Albarracín, año de gracia de 1805.

Mi vida se torna a cada momento más oscura, el vacío y la soledad hacen mella en mí, incluso el cielo se ha percatado de mi desdicha y se ha teñido de negro, ninguna estrella se divisa en el horizonte, solamente se intuye entre las nubes el tenue brillo de la luna llena.

Desde mi ventana contemplo el bosque y cómo las copas de los abetos parecen cobrar vida al ser agitadas con fuerza por el viento; algo sucede a las afueras de la villa, un halo de luz se divisa en la lejanía.

Cabría la posibilidad de que fueran mendigos haciendo lumbre para protegerse del mortal frío. Sin embargo, la lluvia es impasible y no consentiría ni tan siquiera una chispa.

Si aquel destello constante en la lejanía no se trata de fuego, ¿qué puede ser?

Mi inquietud hace que me sienta vivo de nuevo y mi curiosidad resurge y me insufla energía.

Me levanto del lecho, tomo mi capa y el sombrero, galopo a lomos de mi corcel hasta que al llegar a la muralla, se detiene y comienza a mostrar reticencias a adentrarse en el bosque.

Continúo a pie por el bosque, la luz cada vez es más próxima a mí. La cancela oxidada del cementerio se encuentra abierta de par en par.

Hacía un año me encontraba en estos lares enterrando a mi difunta esposa Lorena. Tras su partida, mi alma se fue con ella y yo permanecí en este mundo solamente en cuerpo.

La luz recorre el empedrado pasillo con tumbas a ambos lados, yo la sigo agitado, nervioso y en cierto modo atemorizado.

De repente, como si una espada me hubiera atravesado, caigo al suelo y ante mí, de pie, se encuentra Lorena, desprendiendo una luz blanquecina que la hace parecer una diosa. No habla, no hace nada, simplemente me tiende su mano. La intento coger, pero se desvanece como si de humo se tratara.

Ella se aleja, yo la sigo, no me puedo permitir volver a perderla.

¡Está tan hermosa vestida de un satén blanco y con su cabello lacio que parece haber vuelto a la vida!

Entonces me conduce hacia el panteón familiar. Bajo las escaleras apresurado, me encuentro ante su estatua y a la izquierda, se halla su tumba.

No hay ni rastro de su espectro, pero del sepulcro mana una luz cada vez más brillante.

Creo estar poseído y una fuerza me obliga a destapar la sepultura. Ahí se encuentra ella, tan hermosa como lo fue en vida. Alguien me empuja, caigo dentro, la oscuridad comienza a expandirse, la tumba se cierra sin que yo pueda hacer nada. Cuando giro la vista para contemplarla de nuevo, lo único que encuentro es su cadáver descompuesto.

Se revela entonces ante mí la mismísima muerte, en apenas unos minutos mi existencia habrá acabado. Nadie se percatará de mi muerte hasta que las enredaderas trepen por la fachada y alguien las retire o la puerta se abra de par en par por el aire y nadie la cierre.

Al fin y al cabo desde hace un año para todo el pueblo he fallecido.

Mi encierro constante hizo que me convirtiera en un hombre ermitaño y nadie me ha visto si no ha sido comprando alimentos, lo cual hacía simplemente porque era menester para mi supervivencia.

Pero ahora me doy cuenta de que he perdido las ganas de seguir sobreviviendo, ahora nada de eso tiene valor o importancia alguna. Lo único que me preocupa es que, en mi nuevo reencuentro con Lorena, pueda tocarla y expresarle mi amor con un beso que nos eleve a los dos al paraíso.

Lorena, voy a por ti."



¡Enhorabuena a los dos!

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